Trump sigue con posibilidades de ganar las elecciones

Tal como marca la tradición política norteamericana, las elecciones presidenciales se harán el primer martes después del primer lunes del mes de noviembre, es decir, el día 8. Esta fórmula tan extraña para determinar la fecha tiene sentido precisamente este año, en que el día primero de noviembre es justamente un martes. La fórmula se estableció porque entre la elección y la reunión del Colegio Electoral, el primer miércoles de diciembre, no passasen nunca más de treinta y cuatro días. ¿El motivo? En las elecciones americanas en realidad cuenta la votación del Colegio Electoral, que no necesariamente coincide con la votación popular, contada en todos los Estados Unidos. De hecho, este año el Colegio Electoral es la gran arma de uno de los contendientes, Donald Trump. Si fuera por el voto popular, Trump ya no tendría ninguna posibilidad de ganar. Pero con los cálculos hechos pensando en el Colegio Electoral la cosa es mucho más complicada.

El proceso funciona así: el 8 de noviembre todos los ciudadanos con derecho de voto serán llamados a las urnas. El resultado de esta votación se contará en cada uno de los cincuenta estados y en la mayoría quien gano por un solo voto se llevará todos los votos de aquel estado en el Colegio Electoral.

Funcionamiento de las elecciones

El Colegio Electoral lo forman 538 electores que, a su vez, representan los votantes de cada estado. Hay varios estados que sólo aportan 3 electores, mientras que California, con 55, es el estado que aporta más. Esto quiere decir que quién gana en California, aunque sea sólo por un voto, obtiene 55 votos al Colegio Electoral, de los 270 necesarios para ganar. Sólo hay dos estados, Maine y Nebraska, que reparten los electores proporcionalmente.

Por eso ganar por mucha diferencia en la votación popular no significa gran cosa si no se gana en los lugares donde se tiene que ganar. Porque un candidato puede ser presidente de los Estados Unidos sin haber ganado la votación popular pero habiendo ganado en los estados clave para la votación en el Colegio Electoral. Fue el caso de la polémica elección que perdió Al Gore, precisamente por el recuento de Florida.

Trump todavía tiene posibilidades

Desde hace muchos años, además, hay los famosos estados azules (demócratas) y rojos (republicanos). La solidez del voto en estos estados hace que la votación decisiva se concentro en unos pocos estados que bailan (swing), es decir, que votan de una manera diferente según los años. Son una docena de estados del total de cincuenta, pero tienen la clave de la derrota o la victoria.

Donald Trump juega esta carta. Aparentemente, la votación popular la tiene claramente perdida. Pero le da igual y concentra toda la fuerza de la campaña en los pocos estados que bailan para mirar de ganar al Colegio Electoral aunque no gane las elecciones.

¿Tiene sentido? Parece que sí, mucho. Porque si en el conjunto del país Hillary Clinton gana de sobra, en el caso de Florida está empatada con Trump y en Ohio Trump le pasa por delante claramente. Si el millonario ganara en estos dos estados más en un par que bailan y mantuviera todos los tradicionalmente republicanos, podría ganar las elecciones con una relativa facilidad y todo. A la vez, si perdiera en Florida significaría, casi seguro, su derrota.