La crisis de gobierno en España

Desde poco después de la restauración de la democracia en España, desde aquellas elecciones de 1982 en las que ganó el PSOE por primera vez –y se mantuvo en el gobierno hasta 1996-, el panorama político del estado español estaba dominado por dicho partido o el PP, que gobernó de 1996 a 2004 y vuelve a hacerlo desde 2011 tras la era Zapatero, en algo más aburrido que los xvideos que tanto nos gustan.

No había otra: o PSOE o PP. El electorado español se acostumbró a tener que elegir entre una formación y otra, como si no hubiera otras opciones para conservadores ni progresistas, si bien existen, en ambos casos más a la derecha y más a la izquierda.

Cambio de paradigma político en España

Las elecciones generales de 2015, tras varios años de crisis y descontento general tanto con el partido en el gobierno como con la principal oposición de este, generaron el espectacular auge de dos partidos: por un lado Ciudadanos, de derechas, y por el otro Podemos, agrupación de varias formaciones e ideologías que apostaban por un cambio a la izquierda, para algunos incluso de extrema izquierda dada su crítica al sistema del capitalismo y unas propuestas calificadas de «populistas» por muchos, pero que les habían dado muy buenos resultados en elecciones autonómicas y municipales, haciéndose con los ayuntamientos de Madrid y Barcelona.

Dos partidos jóvenes que consiguieron también muy buenos resultados en dichas elecciones, y que sin quedar en ninguno de los dos casos en posición de gobernar, sí se convertían en clave para que cualquiera de los dos «grandes» se hiciera con la Moncloa.

Diferencias irreconciliables

El problema que ha provocado esta crisis de gobierno sin precedentes desde que se restauró la Democracia en 1977 es que las diferencias ideológicas entre Ciudadanos y Podemos son demasiado profundas para ir del brazo y proclamar presidente al saliente Mariano Rajoy o a la alternativa del PSOE, Pedro Sánchez. A la vez, ni siquiera la alianza entre Ciudadanos y el PP, ideológicamente la más afín, conseguía mayoría absoluta, mientras que por la izquierda cualquier cálculo era insuficiente.

Rondas interminables de negociaciones acabaron con la convocatoria de otras elecciones para junio de 2016, en las que el PP consiguió 14 escaños más que en las de diciembre de 2015, pero seguía siendo insuficiente para la mayoría absoluta que le habría permitido gobernar en solitario. El PSOE, por su parte, seguía en caída libre pasando de 90 a 85, mientras que Podemos prácticamente repitió resultados y Ciudadanos sufrió una pérdida de 8 diputados a favor del PP.

congreso

Los motivos por los que no se pudo formar gobierno en 2015 seguían vigentes y la única diferencia fue la vuelta al PP de la parte del electorado que había votado a las opciones Ciudadanos o PSOE. Los casos de corrupción del PP no facilitaron las negociaciones. Por otra parte, los peores resultados de la historia del partido y la voluntad de que se formara algún gobierno, aunque fuera del rival, empujó al PSOE a forzar la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general.

Si no se producen sorpresas, el 1 de noviembre se disolverán las cámaras y se convocarán las terceras elecciones generales en un año, que además serán el día de Navidad.